Ingenieros Industriales del Estado y asociacionismo

La «Asociación de Ingenieros Industriales de Madrid»-AIIM está celebrando en 2019 el 30 aniversario de su segunda refundación de 1989 (http://aiim.es/aiim-30-aniversario/), lo que merece una efusiva felicitación. Más aun teniendo en cuenta que en la creación del hoy Cuerpo de Ingenieros Industriales del Estado fue decisiva la actuación del movimiento asociativo de la profesión, del que tratan estas líneas.

El retraso en la creación y reglamentación del Cuerpo de Ingenieros Industriales (CII en lo sucesivo) se debió a la insensibilidad de los poderes públicos hacia lo industrial y la despreocupación por unos estudios que no iban a nutrir sus escalafones; al rechazo y resistencia del resto de Cuerpos de Ingenieros civiles del Estado –Caminos, Minas, Montes y Agrónomos-; y a la tradicional escasa beligerancia del colectivo de los Ingenieros Industriales que, por su vocación natural hacia la profesión libre y el desapego hacia lo público aparejado, no tendría entre las cuestiones de máxima prioridad en su agenda la de la creación de un Cuerpo.

Figura determinante sería la de Juan Flórez Posada quien, como vocal de la «Asociación Nacional de Ingenieros Industriales»-ANII en su condición de Director de la Escuela de Madrid, presidiría la comisión organizadora de la primera Asamblea de Ingenieros Industriales de ámbito nacional, celebrada en noviembre de 1909 –cuando la carrera cumplía ya casi sesenta años- con la participación de egresados de todas las Escuelas, y que puede considerarse el pistoletazo de salida de unas demandas del colectivo que el propio Flórez, desde su posición privilegiada y con el aval de su acreditado prestigio, se encargaría de transmitir a los poderes públicos.

la educación

Fuente: http://www.bne.es/es/Catalogos/HemerotecaDigital/

El movimiento asociativo de los Ingenieros Industriales fue tardío, no siendo hasta 1889 -casi cuarenta años después de la creación de la carrera en 1850- que se fundara la ANII (hoy «Federación de Asociaciones de Ingenieros Industriales de España»-FAIIE, www.ingenieroindustrial.es). La natural dispersión geográfica motivada por la existencia de varias Escuelas, el parón en el número de titulados que supusiera el cierre en 1867 de todas ellas salvo la de Barcelona (que se prolongaría hasta el cambio de siglo con la inauguración de la nueva de Bilbao en 1899 y la reapertura de la de Madrid en 1901) y la disparidad de intereses y visiones –en los que predominarían por su peso los de la Asociación de Ingenieros Industriales de Barcelona-, propició una estructura asociativa inicialmente desagregada -y por tanto débil- pero que acabaría por integrar las primeras Asociaciones (Madrid –fundada en 1861-, Barcelona -1863-, Valencia -1875- y luego Bilbao -1909-) como Agrupaciones bajo la gobernanza y representación de una Junta Superior de la que serían vocales electivos la quincuagésima parte del número de socios titulares –elegidos por las Agrupaciones a prorrata de su tamaño- y vocales natos los más caracterizados del colectivo: académicos de número de Reales Academias de España, senadores y diputados, altos cargos de la Administración, Presidentes de las Agrupaciones, y Directores de las Escuela. Para facilitar la operativa de una ANII con un número creciente de miembros, en sus estatutos de 1929 se constituirían, en el seno de la Junta Superior, una Junta de Gobierno y un Comité Ejecutivo.

Refundada en cierta forma la ANII tras la Guerra Civil, tras un breve paréntesis federativo durante la Segunda República, en sus estatutos de 1940 y 1947 se preveía la condición de vocal nato de la Junta Superior para “los quince primeros miembros del escalafón del Cuerpo Nacional de Ingenieros Industriales” (art. 14) y, en tanto se crease este, “los Cuerpos de Industria, Hacienda y Ferrocarriles, elegirán sus Vocales, proporcionalmente al número de los que integran su escalafón, sumando, en total, los quince previstos” (art. 39); completarían las vocalías quince Profesores Titulares de las Escuelas, un Ingeniero por cada gran establecimiento industrial (más de 500 obreros), y los Directores de centros u organizaciones oficiales. Por delegación de la Junta Superior actuaría una Junta de Gobierno más reducida, cuyo Presidente sería designado por el Director General de Industria de entre la terna propuesta por aquella.

Una cuestión históricamente ligada a la del asociacionismo fue la sindical, sobre la cual, si bien el sentir general era que por su naturaleza técnica el Ingeniero Industrial habría de asumir un papel de árbitro neutral entre patrono y obrero, en momentos de alta conflictividad social y polarización como los vividos en España en el siglo pasado se generó un cierto debate en cuyas conclusiones predominaría como solución preferida el soslayo de la sindicación voluntaria en favor de la colegiación forzosa.

Con la calma social garantizada por el modelo de sindicatos verticales, el establecimiento de la colegiación forzosa en 1949 obedeció a otros motivos. La carrera padeció las consecuencias de su particular naturaleza desde su concepción a mediados del siglo XIX hasta el primer tercio del siglo XX incluido. Como ya se ha comentado, en el ámbito público, y con la coartada del limitado desarrollo industrial del país, las actuaciones facultativas eminentemente industriales fueron al inicio, o bien directamente usurpadas por otros Cuerpos, o bien compartidas con otras titulaciones, retrasándose en exceso la constitución (1911) y reglamentación (1931) del CII. Por su parte, y en el ámbito privado, el deseable régimen de libre ejercicio de las profesiones industriales coexistiría con una indefinición de las atribuciones del Ingeniero Industrial, y la concurrencia masiva de técnicos extranjeros, artilleros e ingenieros militares, y otros intrusos autotitulados como “ingenieros” provocando, en un contexto de asimetría de información, una selección adversa que expulsaba del mercado a los titulados oficiales. La delimitación de la utilización de la palabra Ingeniero (1933) –con la recidiva de 1965 a raíz de la fundación de la «Escuela Superior de Ingenieros Comerciales»-ESIC-, la clarificación de las atribuciones (1935), y el impulso a la colegiación obligatoria para el ejercicio libre de la profesión (1949), fueron medidas que progresivamente coadyuvarían a solventar el problema.

De entonces procede el desdoble entre la actividad de control del ejercicio de la profesión (delegada en Colegios de Ingenieros Industriales -de ámbito regional y bajo el paraguas de un Consejo Superior de Colegios- que, como corporaciones de Derecho Público, actúan por mandato de la Administración) y la de índole más representativa (que mantendría la ANII, que serviría además como representante en el «Instituto de Ingenieros Civiles» –hoy «Instituto de la Ingeniería de España»-IIES, www.iies.es; fundado en 1905 con las cinco Asociaciones Nacionales de Ingenieros entonces existentes: Agrónomos, Caminos, Industriales, Minas y Montes- y, hasta 1959, como canal de relación de la Administración –su reconocimiento oficial a efectos consultivos se remontaba a 1916-). En el caso de Madrid, esta dualidad resultaría en una latencia de la AIIM.

La ANII conservaría unos Comités Técnicos de acreditado prestigio científico y, en esta faceta, apuntar que en los arranques del asociativismo tuvieron un papel destacado como banderín de enganche los boletines de las Agrupaciones, entre los cuales el de la de Bilbao-, a la sazón la revista DYNA fundada en 1926 (www.revistadyna.com), acabó imponiéndose en 1937 como publicación de referencia, que lo sigue siendo aún hoy en día para toda la profesión.

El máximo órgano directivo de la ANII pasaría a ser en 1961 una Junta de Gobierno que compondrían un Presidente y un Secretario elegidos por sufragio directo y los Presidentes de las Agrupaciones y, hasta 1977, también un Catedrático de cada ETSII, tres Ingenieros Industriales designados por el Consejo Superior de Colegios, y un Ingeniero Industrial elegido de entre los pertenecientes a los Cuerpos del Estado –Industria, Hacienda y Fomento-.

Desde 1978, el movimiento asociativo de los Ingenieros Industriales, en lugar de asociación de agrupaciones, reviste forma de federación de asociaciones, tal y como ya se experimentase durante la Segunda República a iniciativa de la Agrupación de Barcelona.

En una comparación con el asociacionismo de otros Ingenieros cabría comentar que el de estos, en lugar de configurarse ex post y “de abajo a arriba” como el de los Industriales, lo haría ex ante y “de arriba hacia abajo” por la propia génesis de sus Escuelas en vinculación a los respectivos Cuerpos y que, en cuanto a su actividad colegial, además de ser más reciente, presenta en algún caso un modelo organizativo alternativo de Colegio único con demarcaciones territoriales.

Sobre los Colegios de Ingenieros Industriales indicar que, desde su creación, han sido numerosos los miembros del CII que han ocupado sus Decanatos, como Salvador Domingo Comeche (Promoción 1979) -Aragón y La Rioja-, María Teresa Estevan Bolea (1970) -Madrid-, Pedro Hernández Cruz (1968) -Cantabria-, Alejandro José Marín Arcas (1982) -Comunidad Valenciana- o Joan María Vallvé Ribera (1974) -Cataluña-, por citar algunos. Recientemente, el Cuerpo de Ingenieros Industriales del Estado ha recibido este 2019 la mención específica del Colegio de Ingenieros Industriales de Madrid, en su XIX edición y en la categoría de Trayectoria Humanística, Social y Cultural (ver http://portal.coiim.es/comunicacion/noticias/el-colegio/la-innovacion-y-el-papel-de-la-mujer-en-la-ingenieria-protagonistas-de-las-menciones-honorificas-296).

La actividad asociativa propia del CII se canaliza en la actualidad a través de la «ASociación de Ingenieros INDUStriales del Estado»-ASIINDUS, que nació en 1977 al amparo de la Ley 19/1977 sobre regulación del derecho de asociación sindical (de hecho, las primeras letras “ASI” del acrónimo obedecían originalmente a la calificación de «Asociación Sindical Independiente» que incluía su primera denominación). La captación de socios –entonces de entre Ingenieros e Ingenieros Técnicos Industriales funcionarios de todas las Administraciones- y el apoyo jurídico en asuntos como los traspasos de personal a las Comunidades Autónomas –a menudo forzosos-, la ocupación de puestos antes reservados –ahora abiertos a cualquier Cuerpo-, o las reclamaciones sobre complementos retributivos a la jubilación –una vez suprimidas las mutualidades-, fueron algunas de las cuestiones que ocuparon a la asociación en una primera etapa de su existencia, coincidente con un periodo en el que se acometieron importantes reformas en la función pública.

De acuerdo a sus estatutos actuales, aprobados en Asamblea General Ordinaria de 11 de diciembre de 2015, entre los fines de la Asociación de Ingenieros Industriales del Estado se encuentran:

  • Fomentar y defender los intereses profesionales del Cuerpo de Ingenieros Industriales del Estado.
  • Concertar con las Administraciones Públicas la más adecuada prestación de servicios de los Ingenieros Industriales del Estado.
  • Colaborar con las Administraciones Públicas en su perfeccionamiento en general y en particular en el de los sectores a los que afectan las competencias profesionales de los Ingenieros Industriales del Estado.
  • Participar en la elaboración de las normas que afecten o puedan afectar a los empleados públicos en general, y en particular a los Ingenieros Industriales del Estado.

La Asociación de Ingenieros Industriales del Estado forma parte desde 2011 de la «Federación Española de Asociaciones de los Cuerpos Superiores de la Administración del Estado»-FEDECA (www.fedeca.es).

Autor: Antonio Moreno-Torres Gálvez
Ingeniero Industrial del Estado (Promoción 2003)

Nota: Este texto es un extracto modificado del artículo “Miscelánea y curiosidades” que se incluye en el libro “El Cuerpo de Ingenieros Industriales del Estado. Historia, Actuaciones y Testimonios”, publicado por el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo y disponible para su libre descarga en este enlace.